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Periodismo
Sección 2: Información Artística y Notas de Archivo

El tango sigue dando nuevos valores

En el viejo teatro «El Colonial» de Buenos Aires, se presentó el grupo «Astor Cuatro»,
en un recital que incluyó un repertorio compuesto por temas de Piazzolla
.

El grupo a pleno: Damián Balarino, Ezequiel Dutil, Diego Sandullo y Guillermo Rubino.
Hoy más que nunca, el valiosísimo aporte de las nuevas generaciones de jóvenes músicos a la música ciudada-na, nos confirma que el tango no sólo sigue más vigente que nunca, sino que ha cobrado nuevos y más adeptos y resurge con una fuerza y vigor como pocas veces se ha visto en los últimos tiempos.

Es cierto y sobradamente sabido que la tendencia que ha tomado el género en las últimas décadas (a partir de Pia-zzolla), ha tenido muchos detractores que defienden las raíces originales del tango, cuestionando todo aquello que no mantenga su forma y estructura original. Pero también es cierto que el
mundo y la tecnología han sido capaces de avanzar a pasos agigantados, y no por ello la música tiene que ser, obligatoriamente, una excepción. Ya se sabe que la música de Piazzolla se ha alejado del esquema tradicional del tango que todos conocemos como tal y, si insistimos en dejar de llamarlo tango, al menos convengamos en que se trata de una nueva corriente de este popular género (el "Tango Sinfónico", como se lo conoce actualmente), pero tango al fin y al cabo y una música que, bien interpretada, es capaz de mantener en lo más alto el recuerdo de uno de los más grandes compositores argentinos de los últimos tiempos.

Este es el caso, precisamente, del grupo «Astor Cuatro» (grupo dedicado al repertorio de Piazzolla, como su nombre lo sugiere), que el pasado sábado 19 de octubre se presentó en el teatro El Colonial de Buenos Aires, brindando un espectáculo digno de ser escuchado y repetido.

La actuación del grupo fue sencillamente impecable, porque quienes esperábamos encontrar un vacío orquestal que dificilmente pudiera ser cubierto por un cuarteto, nos llevamos una grata sorpresa. Los cuatro instrumentos que componen el grupo, el piano (a cargo de Damián Balarino), el contrabajo (Ezequiel Dutil), el violín (Guillermo Rubino), y la guitarra (Diego Sandullo), fueron llenando la sala con notable buen gusto, precisión y armonía, al punto tal de hacer olvidar por completo la ausencia del bandoneón y el resto de los instrumentos clásicos que conforman una orquesta. Más aún si se tiene en cuenta que el grupo no utilizó (a excepción del guitarrista) instrumentos electrónicos u otro sistema de amplificación.

El resto del espectáculo incluyó escenas y coreografías de baile a cargo de un equipo dirigido por María Dutil (un muy buen complemento que puso brillo y marco a la noche) y la inclusión de un cantante (enteramente desconocido), que no supo estar acorde con el resto, al menos desde nuestra óptica y de acuerdo con algunos comentarios recogidos. Quienes estamos acostumbrados a presenciar este tipo de espectáculos, notamos desde el comienzo su poca práctica en el uso del micrófono y su falta de matices a nivel interpretativo. Aún dejando de lado el timbre de su voz (que en opiniones generalizadas no convenció), creemos que todos los allí presentes podíamos y teníamos derecho a esperar una interpretación que incluyera matices, pausas y otros complementos que son, en definitiva, los que embellecen y adornan la letra de un tango. Al fin y al cabo, las letras de los tangos no son más que simples historias de triunfos y fracasos, alegrías y desdichas, amores y desamores, y terminan expresando diferentes estados de ánimo que el intérprete debe saber recrear para lograr un clima acorde a esas vivencias.

De todos modos, dentro del marco de una noche plagada de virtuosismo e impecable profesionalismo, este hecho aislado no alcanzó para restar mérito a un espectáculo que colmó y hasta sobrepasó las expectativas de todos los allí presentes, incluyendo a quienes miramos la escena desde un punto de vista mucho más crítico y exigente. Por eso esperamos (e insistimos) que espectáculos como estos se repitan con más frecuencia, para beneplácito y regocijo de todos los que gustamos de la buena música.

 

Carlos Reyna
Buenos Aires, octubre de 2002

(Esta nota también fue reproducida --con algunas pequeñas modificaciones y agregados de carácter localista-- en el diario «El Oeste», de la ciudad de Mercedes, Pcia. de Bs. As.)

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