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Periodismo
Sección 3: Editorales


El final de un sueño

¡A tu Salud, Argentina!

por Carlos Reyna

Momentos inolvidables, cuando el sueño aún era posible.
Por primera vez en la historia de los mundiales se rompió una estadística que parecía imposible de romperse: jamás un equipo europeo había ganado un mundial en América.

Pero la estadística no se rompió sólo por caprichos del azar y la fortuna, que muchas veces son detalles que suelen intervenir en el desarollo de un juego. Esta vez también intervino una mano arbitral.

Iban 11 minutos de la segunda parte y Zabaleta lanzó un pelotazo largo para Higuaín, que entraba solo al área de Neuer. El arquero alemán salió lejos y despejó con el puño (como lo hace habitualmente), pero en el mismo movimiento

le pegó con su pierna en la cabeza a Higuaín. Era un clarísimo penal para Argentina. Sin embargo, el árbitro italiano Nicola Rizzoli decidió no cobrarlo, dando tiro libre para Alemania por falta en ataque. Un grosero error que, en consecuencia, termina modificando significativamente el desarrollo y el resultado del partido.

Pero lo más grave del caso es que no se trató de un partido más, sino de una final de la copa del mundo. Nada más y nada menos.

Por eso el accionar del árbitro italiano Rizzoli termina siendo deplorable e imperdonable, especialmente para los que tenemos el corazón celeste y blanco y un sueño guardado en lo más íntimo del alma.

Es cierto que también otros factores externos jugaron en el desarrollo y resultado de este partido. Si el mano a mano de Higuaín con el arquero alemán hubiese sido bien resuelto por el delantero, hoy estaríamos hablando de otra historia. Generalmente Higuían no falla en estas definiciones, pero en esta ocasión le pegó mal y el balón se fue junto al palo derecho del arquero Neuer.

También podría haber entrado la que tuvo Messi en el segundo tiempo, pero (extrañamente) el 10 no tuvo precisión en ese remate y la pelota pasó junto al palo izquierdo del arquero alemán.

Esa y algunas otras claras chances de gol que tuvo Argentina podrían haber cambiado el resultado del partido, y seguramente ahora no estaríamos hablando del mal arbitraje del italiano Rizzoli, que hubiese quedado relegado a un segundo plano. Pero al no convertirse en gol ninguna de las claras llegadas de Argentina, el protagonista principal de esta final termina siendo, penosa y lamentablemente, el árbitro italiano Nicola Rizzoli.


Tampoco resulta bueno para el desarrollo deportivo que los partidos igualados deban definirse con 30 minutos extras de alargue. Eso atenta en forma drástica contra las posibilidades, la eficacia y el desarollo del buen futbol. La FIFA debería replantear el sistema, buscando la forma de romper la paridad de modo que no afecte la calidad del juego y no merme la posibilidad de aquellos equipos que arrastran alargues de partidos anteriores, porque esto generalmente termina beneficiando a los que han jugado menos tiempo.

Eso también terminó perjudicando a nuestra selección en esta final, porque venía de jugar 120 minutos contra Holanda y su rival lo había hecho en los reglamentarios 90. Si se pasaba a la definición directa con tiros desde el punto penal, quién sabe si Alemania hubiera levantado la copa del mundo.

Desafortunadamente, este mundial se jugó en Brasil. Y aunque duela mucho decirlo, los anfitriones y organizadores de este mundial jamás hubieran visto con buenos ojos que Argentina levantara la copa en su país. Aunque sólo se trate de una vieja rivalidad deportiva entre ambos países, es un hecho que nunca va a cambiar.

En fin... la suerte ya está echada: Alemania fue el campeón en un resultado donde el árbitro fue el protagonista principal, y Argentina el verdadero campeón moral, aunque eso ya nos nos sirva de mucho.

A pesar de todo lo ocurrido, fue un verdadero orgullo tener a nuestra querida selección otra vez en una final, tras 24 largos años de postergaciones. En este mundial Argentina dejó muy en claro su evolución futbolística y su independencia de una figura descollante como Messi, que no estuvo en todo su potencial. Argentina fue un equipo bien armado, paciente, que supo cubrir los espacios, y con una linea defensiva muy sólida (casi sin fisuras) que hasta hoy jamás había conseguido.
Por eso, apesar del sueño robado, aún nos queda una sonrisa en el alma... ¡A tu salud, Argentina!


La Plata, Bs. As., 14 de julio de 2014


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