Momentos
inolvidables, cuando el sueño aún era posible. |
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Por
primera vez en la historia de los mundiales se rompió una
estadística que parecía imposible de romperse: jamás
un equipo europeo había ganado un mundial en América.
Pero la estadística no se rompió sólo por
caprichos del azar y la fortuna, que muchas veces son detalles
que suelen intervenir en el desarollo de un juego. Esta vez también
intervino una mano arbitral.
Iban 11 minutos de la segunda parte y Zabaleta lanzó un
pelotazo largo para Higuaín, que entraba solo al área
de Neuer. El arquero alemán salió lejos y despejó
con el puño (como lo hace habitualmente), pero en el mismo
movimiento |
le pegó con su pierna en la cabeza a Higuaín. Era
un clarísimo penal para Argentina. Sin embargo, el árbitro
italiano Nicola Rizzoli decidió no cobrarlo, dando tiro
libre para Alemania por falta en ataque. Un grosero error que,
en consecuencia, termina modificando significativamente el desarrollo
y el resultado del partido.
Pero lo más grave del caso
es que no se trató de un partido más, sino de una
final de la copa del mundo. Nada más y nada menos.
Por eso el accionar del árbitro italiano Rizzoli termina
siendo deplorable e imperdonable, especialmente para los que tenemos
el corazón celeste y blanco y un sueño guardado
en lo más íntimo del alma.
Es cierto que también otros factores externos jugaron en
el desarrollo y resultado de este partido. Si el mano a mano de
Higuaín con el arquero alemán hubiese sido bien
resuelto por el delantero, hoy estaríamos hablando de otra
historia. Generalmente Higuían no falla en estas definiciones,
pero en esta ocasión le pegó mal y el balón
se fue junto al palo derecho del arquero Neuer.
También podría haber entrado la que tuvo Messi en
el segundo tiempo, pero (extrañamente) el 10 no tuvo precisión
en ese remate y la pelota pasó junto al palo izquierdo
del arquero alemán.
Esa y algunas otras claras chances de gol que tuvo Argentina podrían
haber cambiado el resultado del partido, y seguramente ahora no
estaríamos hablando del mal arbitraje del italiano Rizzoli,
que hubiese quedado relegado a un segundo plano. Pero al no convertirse
en gol ninguna de las claras llegadas de Argentina, el protagonista
principal de esta final termina siendo, penosa y lamentablemente,
el árbitro italiano Nicola Rizzoli.
Tampoco resulta bueno para el desarrollo deportivo que los partidos
igualados deban definirse con 30 minutos extras de alargue. Eso
atenta en forma drástica contra las posibilidades, la eficacia
y el desarollo del buen futbol. La FIFA debería replantear
el sistema, buscando la forma de romper la paridad de modo que
no afecte la calidad del juego y no merme la posibilidad de aquellos
equipos que arrastran alargues de partidos anteriores, porque
esto generalmente termina beneficiando a los que han jugado menos
tiempo.
Eso también terminó perjudicando a nuestra selección
en esta final, porque venía de jugar 120 minutos contra
Holanda y su rival lo había hecho en los reglamentarios
90. Si se pasaba a la definición directa con tiros desde
el punto penal, quién sabe si Alemania hubiera levantado
la copa del mundo.
Desafortunadamente, este mundial se jugó en Brasil. Y aunque
duela mucho decirlo, los anfitriones y organizadores de este mundial
jamás hubieran visto con buenos ojos que Argentina levantara
la copa en su país. Aunque sólo se trate de una
vieja rivalidad deportiva entre ambos países, es un hecho
que nunca va a cambiar.
En fin... la suerte ya está echada: Alemania fue el campeón
en un resultado donde el árbitro fue el protagonista principal,
y Argentina el verdadero campeón moral, aunque eso ya nos
nos sirva de mucho.
A pesar de todo lo ocurrido, fue un verdadero orgullo tener a
nuestra querida selección otra vez en una final, tras 24
largos años de postergaciones. En este mundial Argentina
dejó muy en claro su evolución futbolística
y su independencia de una figura descollante como Messi, que no
estuvo en todo su potencial. Argentina fue un equipo bien armado,
paciente, que supo cubrir los espacios, y con una linea defensiva
muy sólida (casi sin fisuras) que hasta hoy jamás
había conseguido.
Por eso, apesar del sueño robado, aún nos queda
una sonrisa en el alma... ¡A tu salud, Argentina!
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