Formación
del recordado grupo SERU GIRAN:
Charly García (arriba), Oscar Moro, David Lebón,
y Pedro Aznar (abajo). |
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La
muerte de Oscar Moro, baterista de larga y relevante trayectoria
en el rock nacional, enluta a la historia misma de la música
popular urbana de las últimas cuatro décadas, que
lo tuvo como protagonista en varios de los mayores emprendimientos
de esta música junto a la mayor parte de las figuras más
representativas del género.
Como otros integrantes de Los Gatos Salvajes y luego Los
Gatos, Oscar Moro había nacido el 24 de enero de 1950
en Rosario, una ciudad con sonido propio, como lo mostrarían
Litto Nebbia, Juan Carlos Baglieto, Rubén Goldin y tantos
otros. Fue la imagen de la sólida percusión rockera
de aquellos Gatos del '70 que vimos en Mercedes —en
el escenario del club Estudiantes—
con la formación de cinco que contaba nada menos que con
Litto Nebbia y Pappo junto al tecladista Ciro Fogliata y el bajista
Alfredo Toth. Poco después de aquella presentación
el grupo se disolvió y sus integrantes tomaron caminos
diversos. A Moro lo convocaría Edelmiro Molinari —que
venía de Almendra, otro grupo fundacional—
para su trío Color Humano (el otro integrante era
Rinaldo Rafanelli, compañero de Moro en Coral y
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David
Lebón en Polifemo), y allí, con una música
diferente, apareció una nueva faceta de su sólido
oficio. Desde entonces, alrededor de 1973, no dejó nunca
los escenarios o las sesiones de grabación, y siempre se
constituyó en un soporte fundamental de los conjuntos que
integró.
Por eso lo requirieron siempre los grandes músicos. Tuvimos
fortuna de verlo en acción en los últimos tiempo
de Los Gatos, luego con Color Humano, más
tarde junto a Charly García en aquel fantástico
grupo La máquina de hacer pájaros, que a
comienzos de la dictadura (años 76 y 77) presentaba en
sótanos minúsculos la metáfora impresionante
de Alicia en el País de las Maravillas. Poco
después llegaría Serú Girán,
con Charly García, Pedro Aznar y David Lebón, y
nuevamente el suceso masivo, música estupenda y poesía
cargada de mensajes para una época turbulenta. Moro intervino
en los cinco álbumes, «Seru Giran», «La
grasa de las capitales», «Bicicletas», «Peperina»
y «No llores por mí, Argentina», entre 1978
y 1982, y también en los tres discos editados en ocasión
del retorno de Serú Girán en 1992. En la
primavera de 1983 había formado un dúo con el bajista
Beto Satragni, con quien grabaría un álbum junto
a Lito Epumer y Diego Rapoport, que incluía aportes de
Charly García, Luis Alberto Spinetta, Rubén Goldin
y Ricardo Mollo. El grupo tuvo una vida breve, hasta fines de
1984. Al año siguiente volvería a reunirse con su
viejo amigo Pappo para la presentación de Riff en Obras,
en una formación explosiva que incluía a Jaff
y que concluiría en poco tiempo.
En los últimos diez años vimos a Moro como músico
invitado en varios recitales importantes —la última
vez junto a David Lebón en su regreso a Buenos Aires—,
pero lamentablemente no alcanzamos a conocer su última
banda, Revólver, presentada en el año 2002.
En esa ocasión, en una entrevista publicada por el diario
Los Andes de Mendoza, Ciro repasaba las anécdotas
de su vida aventurosa y bohemia —en Nueva York en 1969,
el año de Woodstock, un año donde pudo ver a Jimi
Hendrix, Frank Zappa y Muddy Waters; en Londres en 1971, después
de la separación de Los Gatos; los años de
la Cueva de Pueyrredón en la década del '60, la
bohemia del Roxy de Congreso y otros sitios periféricos
en los años '90—; los años duros de la depresión
y la recuperación en compañía de su mujer
Regina y su hijo Juan Santiago (baterista como él, que
le enseñó los rudimentos antes de mandarlo a estudiar
con Daniel Colombres) y con el apoyo de sus tres amigos del rock:
Nito Mestre, Beto Satragni y León Gieco. Con Revólver
llegó a grabar un álbum producido por otro de Los
Gatos, Alfredo Toth, y Pablo Guyot, presentado en Niceto junto
a Sergio Nassif en guitarra y voz, Ariel Rodriguez en guitarra,
el Chino Perez en bajo y Emma Heslop en teclados.
Refugiado en su hogar en Palermo Viejo, y con una salud ya quebrantada
a pesar de los esfuerzos por recuperarse, la muerte le llega el
mismo día en que se conoce en el mundo otra pérdida
de los pioneros de los '60, el mítico Syd Barrett, fundador
de Pink Floyd, alejado de la música y recluído
en su hogar desde hace unas tres décadas. |